domingo, 24 de noviembre de 2013

El puzzle se debe completar

Para Mariela Arrau, encargada del Programa de Búsqueda de Orígenes de Fundación San José, esta etapa en la vida de los adoptados es fundamental: “Para los niños es una pieza del puzzle que falta y en el proceso es vital que cuenten con el apoyo de sus padres. Y si bien los padres de alguna manera tienen el temor que su hijo o hija se vaya con la progenitora, el tema no es vincular, porque el vínculo está establecido con ellos, sino que se trata justamente de esa pieza que falta”.
De acuerdo a su experiencia, hay hitos en la vida del hijo o hija adoptivos que movilizan la necesidad de buscar; como puede ser el matrimonio, algunas fechas como la Navidad o el fallecimiento de alguno de los padres. Un caso así le tocó en 2011, cuando una joven de 16 años a la que se le murió su mamá adoptiva acudió a la Fundación acompañada por su padre y hermanos. “El caso fue muy bonito, porque la familia estaba en pleno, apoyándola, muy motivados. A ella se le informó, guió y apoyó. Sabe que cuenta con el respaldo de toda su familia y la Fundación, para cuando quiera iniciar el proceso de búsqueda y pueda hacerlo, en la mayoría de edad”.
Es por eso que la preparación de los padres adoptivos resulta fundamental, y en Fundación San José se empieza a trabajar con los padres desde el comienzo del proceso mismo de adopción. “Se les prepara y acompaña, para que a su vez ellos puedan acompañar de manera adecuada a sus hijos en lo que forma parte del proceso de consolidación de su identidad. Ésta búsqueda tiene por objeto encontrarse con ellos mismos, con una parte de sí que les resulta desconocida y difusa. Es parte del respeto a su individualidad el ofrecerles apoyo en este proceso. Hace años atrás no se consideraba así y la documentación respecto del origen de los niños incluso se quemaba”, explica.
Esto no quiere decir que el tema de la revelación para los padres está resuelto, sino que muy por el contrario, requiere de una preparación y acompañamiento continuos. “Muchos se preguntan cuándo contar y cómo hacerlo. Es un tema importante para ellos”. Sin embargo, a su juicio, hoy los padres están mucho más preparados que antes, porque ayuda el que ya no sea un tema tabú. “Ya no se trata como un secreto de familia. Facilita que la adopción sea un tema que se maneje abiertamente, porque de esta manera y a largo plazo, este proceso se hace mucho más fácil”.
En Fundación San José sienten que la punta del hilo se asoma cuando los niños expresan que quieren conocer el hogar que los acogió mientras se encontraban a la espera de una familia adoptiva. “Este hilo es una oportunidad que vale la pena tomar. Hemos tenido muchos casos de niños entre los 6 años y hasta los 14 ó 15 que quieren venir a conocer Casa Belén”.
Los padres llaman contando la inquietud de su hijo y un profesional se reúne con ellos con la finalidad de acogerlos y prepararlos si es necesario. Una vez que ya la visita se concreta, según explica Mariela, los niños suelen llegar “muy para adentro, algo asustados y ansiosos, pero al poco rato vemos cómo se van relajando. Me acuerdo de un niño que llegó muy retraído, pero termino compartiendo con los niños, jugó y tomó en brazos a algunos de ellos y se fue muy contento”.
En esta visita son recibidos por quienes están a cargo del cuidado y atención de los niños, le muestran el lugar donde él estuvo el primer periodo de su vida y cómo es la vida para los niños que, como él, tendrán que pasar un tiempo ahí. “Lo más importante para quienes visitan Casa Belén, es encontrar a las personas que lo conocieron y conversar con quién lo cuidó, que le cuente sobre él, le muestre la cuna donde dormía, los espacios donde jugaba y alguna anécdota o detalle particular por lo que lo recuerda. El reconocimiento de su persona en esa etapa de su vida es lo que fortalece su identidad”, dice Mariela Arrau.
La profesional enfatiza que existe un nexo entre los conceptos de adopción y abandono y que para el niño, aun cuando sea en un nivel inconsciente, forma parte de quién es. “Duele decirlo, quizás no de una manera evidente, pero sí emocionalmente y en lo más profundo de la vivencia del adoptado. Sin embargo, para los niños ir a Casa Belén es una experiencia tranquilizadora, porque se dan cuenta de la preocupación que tuvo la progenitora de que su hijo quedara bajo buenos cuidados. Captar que la decisión se sostiene en esa preocupación por su bienestar, al ir a casa Belén queda en evidencia y se valora. A la progenitora hay que considerarla y mucho, porque esa mujer se preocupó de que ese niño no sólo viviera, sino que además estuviera bien y tuviera una familia que lo cuide y lo quiera. Para los niños ser conscientes de esa decisión influye positivamente en su autoestima”.
http://revistaadopcionyfamilia.blogspot.com/2013/08/busqueda-de-origenes.html

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